El pasado jueves el Tribunal Constitucional hizo público que determina que Cataluña no tiene competencias para establecer criterios en la fijación de los precios de alquiler de viviendas. No es ninguna sorpresa. Los abajo firmantes ya lo denunciamos y hemos tratado de trasladar, sin éxito, al Gobierno, a los partidos y a la ciudadanía la inseguridad jurídica que supone la aplicación de esta ley, que, además, provoca los efectos contrarios al pretensos.
Desgraciadamente, no se nos escuchó, no se nos ha escuchado y no se nos escucha, a pesar de que hemos pedido reiteradamente encontrarnos con el Muy Honorable Presidente de la Generalitat de Cataluña para poder comunicar nuestras inquietudes y propuestas, así como para compartir nuestra experiencia y conocimiento del comportamiento del mercado.
El Consejo de Garantías Estatutarias de Cataluña, en su dictamen, lo advirtió a todos los grupos parlamentarios y a los promotores de la ley, de forma que nadie se tendría que sorprender de la resolución del TC.
Las reiteradas resoluciones contrarias -sin ir más lejos, hace pocos días se anuló el Decreto Ley 37/2020 de refuerzo al derecho a la vivienda ante los efectos de la pandemia y antes parte del Decreto Ley 17/2019 de medidas para mejorar el acceso a la vivienda-, están provocando y agraviando una situación de inseguridad jurídica, en un tema tanto delicado y básico como es la vivienda, que precisamente requiere estabilidad.
Es hora que, de una vez por todas, el Gobierno y los grupos parlamentarios afronten la problemática de la vivienda en su profundidad con medidas estructurales, y no con normativas populistas que solo provocan el efecto contrario, puesto que cada vez hay menos disponibilidad de vivienda asequible y más desconfianza.
Hay que crear un marco adecuado, sereno, donde todos los afectados puedan participar, donde se den las condiciones necesarias para generar un auténtico diálogo social y, en definitiva, se puedan dar los elementos necesarios para hacer efectiva una verdadera concertación publico privada de todos los implicados donde sea posible lograr el consenso necesario, donde cada actor asuma su papel.
Se trata de que propietarios y locatarios, que son los que se mueven principalmente en el sector privado, arreglen sus diferencias, pero también de que ambos exijan al sector público su participación directa con medidas efectivas que creen seguridad, estabilidad, pacifiquen el mercado y permitan recuperar la confianza en el alquiler.
Fuente: Apibcn